Page 257 - Arcana Mundi - Elizabeth Bear
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Y de cualquier otro comisario político, Irizarry no se las
habría creído. Pero a ella la había visto mantenerse entera
frente a la ranta reproductora y también la había visto darse
la vuelta y echar el higadillo cuando contempló lo que
Mangosta había hecho con la bestia. Si Sanderson quería
darle las gracias le debía ese momento de paz.
—Está bien —respondió él, y añadió con torpeza—:
Gracias.
Fueron a uno de los bares turísticos de Kadath:
luminoso, pintoresco, alegre y completamente distinto a los
bares espaciales a los que estaba acostumbrado Irizarry. Por
otra parte, entendía por qué Sanderson había escogido este.
Nadie aquí, salvo quizá el camarero, tenía la menor idea de
quién era ella, y la forma en la que los miró dicho camarero,
dos veces y con los ojos muy abiertos, indicaba que allí el
servicio era muy bueno: rápido y muy discreto.
Irizarry pidió un dama rosa, ya que le gustaba ese cóctel,
y Mangosta, encantada, se volvió del mismo color, con
rosetas a juego con las cerezas al marrasquino. Sanderson
pidió whisky, solo, que no se parecía en nada a los que
Irizarry recordaba del planeta. Sanderson le dio un largo
trago al whisky, dejó el vaso y preguntó:
—Nunca tuve la oportunidad de preguntarle esto a

