Page 253 - Arcana Mundi - Elizabeth Bear
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Había estado un setenta y cinco por ciento seguro de que
la ranta se erguiría sobre sus patas traseras cuando los
alcanzara. Las rantas no eran sapientes como los cheshire,
pero eran listas. Sabían que la forma más rápida de matar a
un humano era arrancarle la cabeza y que la segunda forma
más rápida era destriparlo, pero no podían hacer ni lo uno
ni lo otro si estaban a cuatro patas. Además, los humanos no
eran una amenaza para el vulnerable abdomen de una ranta;
la pistola de Sanderson podía irritarla pero no había forma
de que lograra penetrar la piel de la reproductora.
Era un plan terrible —había un veinticinco por ciento de
posibilidades de que Sanderson muriera gritando mientras
la reproductora se los comía de pies para arriba— pero
funcionó. La reproductora se impulsó hacia arriba,
imponente, echando una de sus patas hacia atrás para lanzar
un golpe que le arrancaría a Sanderson la cabeza del cuello
y mandaría sus restos contra el mamparo más cercano
cuando, sin ningún tipo de aviso, ni para los humanos ni
para la ranta, Mangosta entró en fase con brutalidad, las
mandíbulas, los dientes y los afilados tentáculos a menos de
cinco centímetros de la tripa de la ranta, moviéndose
deprisa.
La ranta chilló y se enroscó sobre sí misma, pero fue
demasiado tarde. Mangosta ya había llegado a los labios de

