Page 254 - Arcana Mundi - Elizabeth Bear
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         su…  oh,  dioses  y  peces,  Irizarry  no  sabía  la  palabra.

         ¿Vagina?  ¿Cloaca?  ¿Ovipositor?  El  lugar  por  donde  las


         pequeñas  crías  de  ranta  venían  al  mundo.  La  única

         vulnerabilidad  que  tenía  la  bestia.  Y  en  la  que  Mangosta

         metió la estrecha cuña de su cabeza y las zarpas de sus pies

         delanteros y empezó a rasgar.



                Antes  de  que  la  ranta  pudiera  alcanzarla,  el  maleable


         cuerpo de Mangosta estaba ya dentro del todo, y la ranta, a

         pesar de sus chillidos y pateos, estaba condenada.



                Irizarry cogió a Sanderson por el hombro y le dijo:



                —Ahora sería un buen momento para, muy despacio,

         alejarse. Dejemos que la dama haga su trabajo.



                Irizarry casi escapó limpio de Kadath.



                No  había  tenido  problemas  para  encontrar  un  pasaje


         para  él  y  Mangosta:  después  de  que  un  grupo  o  dos  de

         voluntarios la hubieran visto en acción, después de que las

         historias  sobre  la  reproductora  empezaran  a  extenderse,


         había estado a punto de tener que quitarse de encima a los

         capitanes de naves de acero con un palo. Y al final había

         escogido  la  oferta  de  la  capitana  de  la  Erich  Zann,  una

         boojum;  la  capitana  Álvarez  tenía  un  contrato  de


         salvamento a largo plazo —se trataba de ir limpiando tras el
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