Page 170 - La Era Del Diamante - Neal Stephenson
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Hackworth  evitó  la  intersección.  No  habiendo


              hecho  nada  ilegal  en  su  vida,  se  sorprendió  al


              comprobar,  de  pronto,  que  la  inmisericordia


              policial  era  un  recurso  crucial  para  un  tipo  de


              criminal más imaginativo, como él mismo.





                  Incontables  veces  esa  tarde,  Hackworth  había


              sido asaltado por la vergüenza, y las mismas veces


              la había rechazado con racionalizaciones: ¿Era tan


              malo lo que hacía? No estaba vendiendo ninguna


              de las Cuevas tecnologías que lord Finkle‐McGraw


              había pagado a Bespoke por desarrollar. No estaba


              beneficiándose  directamente.  Estaba  intentando


              asegurar  un  mejor  lugar  en  el  mundo  para  sus


              descendientes, que era la responsabilidad de todo


              padre.





                  El  viejo  Shanghai  estaba  cerca  del  Huangpu;


               hubo una época en que los mandarines se sentaban


               en  sus  pabellones  de  jardín  para  disfrutar  de  la


               vista del río. En unos minutos Hackworth había


               cruzado un puente a Pudong y estaba atravesando


               pasos  estrechos  entre  rascacielos  iluminados,


               directo hacia la costa a unas pocas millas al este.





                  A  Hackworth  lo  habían  catapultado  de  su


               posición anterior a la élite de Bespoke por haber


               inventado  los  palillos  chinos  mediatrónicos.  En


                                                                                                          170
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