Page 230 - La Era Del Diamante - Neal Stephenson
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—Por supuesto, señor.
Finkle‐McGraw sacó una pesada pluma de oro
de un estuche de su mesa y escribió en el libro
durante un rato.
—Hecho esto, señor, sólo queda que autorice
un fondo permanente para los ractores.
—Ah, sí, gracias por recordármelo —dijo Finkle‐
McGraw sin demasiada sinceridad—. Uno
pensaría que con todo el dinero invertido en el
proyecto...
—Que hubiésemos resuelto el problema del
generador de voz, sí señor —dijo Hackworth—.
Como sabe, realizamos algunos adelantos, pero
los resultados no estaban cerca del nivel exigido. A
pesar de toda nuestra tecnología, los algoritmos de
pseudo‐inteligencia, las vastas matrices de
excepciones, los monitores de portento y
contenido, y todo lo demás, no estamos cerca de
generar una voz humana que tenga un sonido tan
bueno como el que un ractor vivo y real puede dar.
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