Page 350 - La Era Del Diamante - Neal Stephenson
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la cuna más cercana. La niña tenía unas cejas sor‐
prendentemente gruesas, dormía profundamente,
respiraba con regularidad, las orejas de ratón se
salían por entre las barras de la cuna y mientras el
juez Fang la miraba, imaginaba que podía oír la
respiración de todas las niñas de la nave
simultáneamente, que se combinaban en un
susurro suave que calmaba su corazón. Todas
aquellas niñas, durmiendo en paz; todo estaba
bien. Todo iba a salir bien.
Se volvió y vio que la joven le sonreía. No era una
sonrisa de flirteo o una sonrisa tonta sino una
sonrisa calmada y llena de confianza. El juez Fang
supuso que dondequiera que estuviese el Doctor X
a bordo de aquel barco debía de estar sonriendo de
la misma forma en ese momento.
Cuando el Doctor X activó el cine, el juez Fang lo
reconoció inmediatamente: era un trabajo del
mediágrafo PhyrePhox, que todavía, por lo que
sabía, languidecía en una celda en Shanghai. El
lugar era un pedregal en medio de una vastedad de
polvo, en algún lugar del interior de China. El
cámara recorrió el terreno baldío, y el juez Fang no
necesitó que le dijesen que aquéllos habían sido
campos fértiles, antes de que el agua se agotase.
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