Page 34 - La Era Del Diamante - Neal Stephenson
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arreglaron  para  transferir  la  mayor  parte  de  la


              suciedad a sus blancos guantes. De ahí fue directa


              al aire. La mayor parte de los guantes de damas y


              caballeros  se  hacían  hoy  en  día  de  fabrículas


              infinitesimales  que  sabían  cómo  expulsar  la


              suciedad; podías meter la mano enguantada en el


              barro, y estaría blanca unos pocos segundos más


              tarde.





                 La jerarquía de camarotes en la ¿Ether encajaba


              perfectamente con la posición de los pasajeros, ya


              que  esas  secciones  de  la  nave  podían  ser


              descompiladas y reconstruidas entre viajes. Para


              lord Finkle‐McGraw, sus tres hijos y sus esposas, y


              Elizabeth (su primera y única nieta hasta ahora), la


              nave aérea hizo descender una escalera mecánica


              privada que los llevó directamente a la suite en la


              misma proa, con una vista de casi 180 grados.





                 A  popa  de  los  Finkle‐McGraw  había  más  o


              menos  una  docena  de  otros  Lores  Accionistas,


              simples  condes  y  barones,  que  en  su  mayoría


              guiaban más que sus hijos a sus nietos a las suites


              de  clase  B.  Luego  venían  los  ejecutivos,  cuyas


              cadenas  de  reloj  de  oro,  de  las  que  colgaban


              pequeñas cajas e‐mail, teléfonos, lámparas, cajas de


              rapé,  y  otros  fetiches,  formaban  curvas  sobre  los


              chalecos  oscuros  que  llevaban  para  disimular  la


                                                                                                            34
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