Page 66 - La Era Del Diamante - Neal Stephenson
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chaqueta del hombre y el brazo tieso; la manga
tirando ahora sin nada que se le opusiera. El
hombre apretó los dientes, sacó los ojos, y durante
unos momentos lanzó un gruñido de lo más
profundo del pecho, esforzándose por no gritar.
Bud miró fascinado la herida. Era como disparar a
la gente en un ractivo.
Exceptuando que la zorra no gritó ni pidió
clemencia. Se limitó a volverse de espaldas,
utilizando su cuerpo para proteger al bebé, y mirar
a Bud con calma por encima del hombro. Bud vio
que también tenía una pequeña cicatriz en la
mejilla.
—La próxima vez te saco un ojo —dijo Bud—, y
luego trabajaré en la zorra.
El hombre levantó el brazo bueno para indicar
que se rendía. Se vació los bolsillos de Unidades
Monetarias Universales y se las dio. Y luego Bud se
esfumó, porque los monitores —aeróstatos del
tamaño de una almendra con ojos, oídos y radios—
probablemente ya habían detectado el sonido de la
explosión y se estarían aproximando al área. Pasó
uno a su lado mientras doblaba la esquina,
acarreando una corta antena que reflejaba la luz
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