Page 285 - El Jardin De Las Delicias - Ian Watson
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emparedado entre las paredes de roca, ¿O tal vez

               fuese el pulso del «bulto» que decía Denise, proce‐

               dente de honduras aún mayores?


                      La fisura, siempre descendente, se acodaba en

               un momento dado debajo de la catedral. La clari‐

               dad fosforescente permitía distinguir el camino.


                      Justo cuando parecía que los muros, cada vez

               más  próximos,  les  obligarían  a  cesar  su  explora‐

               ción, el pasillo en zig‐zag desembocó en una cripta


               subterránea, larga y de techo muy alto, bañada en

               la  misma  fosforescencia  espectral.  Hacia  el  fondo


               de la misma, un grueso pilar de piedra se hundía

               en el suelo; era la base de la aguja que se proyecta‐

               ba hacia el exterior de la catedral, y estaba recorri‐


               do  por  unos  canales  o  nervaduras  que  la  hacían

               asemejarse a un gran órgano, o también a un haz


               petrificado  de  fibras  nerviosas  huecas,  de  tamaño

               descomunal.

                      En  la  base  de  tal  órgano  arborescente,  un  es‐


               tanque circular cuya superficie, ligeramente aceito‐

               sa, enrasaba exactamente con el suelo de la cripta,

               de  manera  que  parada  formar  parte  del  mismo  y


               que la diferencia soto fuese de consistencia. Como

               un cristalino, un ojo plano y gelatinoso puesto en

               una cuenca del piso, y cuyo nervio óptico fuese el


               tronco en forma de órgano.




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