Page 298 - El Jardin De Las Delicias - Ian Watson
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bablemente parte. de la proyección! Lo seguro es
que nosotros mismos nos proyectamos en la lente.
—¡Denise lo hizo por completo, literalmente!
—Tú ves aquí abajo un microscopio con una
célula aumentada de vida terrestre. Yo veo..., esta‐
ba equivocado con lo del telescopio..., un proyec‐
tor. Y lo que hagamos con él determina lo que él
haga con nosotros. Lo que hizo Denise... Bien, ella
siempre vivió absorbida por la ecología, casi místi‐
camente, en su corazón; ahora la ecología la ha ab‐
sorbido a ella. Como dijiste, se proyectó a sí misma
en ella.
—En Mis pensamientos todo el tiempo...
La voz sonó más débil, bastante más lejana, a
pesar de que ellos estaban más cerca del centro de
las cosas, junto a la lente.
—Nos escucha —susurró Muthoni.
—Por supuesto, estamos en sus pensamientos.
Hemos muerto y renacimos. Él nos proyecta. Hasta
después de nuestra muerte no podíamos verdade‐
ramente ser parte de la proyección, ¿no? Éramos
unos simples forasteros. En realidad, no podíamos
participar. Pero ahora sí. ¿Sabes una cosa? En cierta
ocasión Denise me contó que allá por el siglo veinte
circulaba una teoría metacientífica según la cual el
universo entero era una especie de proyección ho‐
lográfica de los pensamientos de un Dios. Cuando
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