Page 299 - El Jardin De Las Delicias - Ian Watson
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se divide un holograma en partes cada vez más pe‐

               queñas,  la  imagen  no  deja  de  existir,  pero  pierde

               definición. Quizá sea por eso que, cuando subdivi‐


               dimos el universo en partes cada vez más peque‐

               ñas, las partículas elementales se vuelven indeter‐

               minadas. El universo tal vez lo sueña un Dios y lo


               proyecta en la existencia. O se sueña a sí mismo. Si

               esto es así, ¿cabe pensar que el ser superior de este

               mundo  bosquiano  hubiese  evolucionado  en  Su


               conciencia  para  percibir  esto  como  la  realidad?

               ¿Podría  ser  que  estuviese  explorando  cómo  es  la


               existencia? ¿Sería Él un reflejo de algo que proyecta

               el universo..., pero dentro del universo? Tal vez Él

               era como un santo ermitaño, en una meditación de


               largos eones, hasta que aparecieron nuestros colo‐

               nos  con  su  dotación  de  símbolos  a  cuestas,  y  su


               hierofante  secreto,  Heinrich  Strauss,  emboscado

               entre ellos como una bomba de relojería..., y Él tu‐

               vo que dar vida a todos, un paisaje, un mundo...,


               puesto que sabía cómo hacerlo..., y ése fue el mate‐

               rial psíquico que esperaba ser proyectado. ¡Lo cual

               habría sido para Él como una broma pesada a esca‐


               la  cósmica!  En  vez  de  absorbernos  de  buenas  a

               primeras  en  el  esquema,  nos  ha  dejado  llegar  tan

               lejos porque tiene una esperanza.


                      —¡Sin duda no estaría esperando que le utilizá‐

               semos a modo de máquina terraformante!

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