Page 353 - El Jardin De Las Delicias - Ian Watson
P. 353
quillaje sobre la piel desnuda. Silbando estriden‐
temente melodías de Petrushka, se puso a bailar.
Ejecutó un entrechat, un pas de chat y una pirueta. La
osa bailaba torpe, grotescamente, tratando de imi‐
tarla. Tania se detuvo y, puesta en jarras, contem‐
pló a Sean con mirada febril.
—Mi pequeña osa..., ¿está bien adiestrada, no?
¡Incluso sabe hablar por ventriloquia! ¡Ah, qué
mundo tan maravilloso éste! Es mágico, como una
pintura de Chagali. ¡Pronto echarán a volar hasta
las vacas!
Bailó un poco más, siempre sobre temas de
Stravinski recordados al azar: una parodia de las
acrobacias yóguicas o pitagóricas de otros en el
Jardín.
Luego se detuvo, jadeante.
—¡Si tuviera un poco de vodka para acompa‐
ñar! Naturalmente —añadió en voz baja, furtiva—,
si la soltase del dominio de mi mente, quizá se vol‐
vería contra mí y me haría pedazos. Supongo. Así
que, ¡bailo!
Tania había rechazado con vehemencia aquel
planeta. Por eso, éste (los alienígenas de la horda
mental) le dejaban controlar una pequeña parte del
mismo, aunque al precio de un esfuerzo cada vez
mayor..., hasta que alcanzase el punto de ruptura.
La locura debía preceder a la reconstrucción. Aque‐
353

