Page 355 - El Jardin De Las Delicias - Ian Watson
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—¿Importa  mucho  cómo  venga  vestido,  en

               comparación con el hecho de que he regresado?

                      Austin  Faraday  se  palmeó  los  costados  de  su


               traje, muy orgulloso. Antes no eran más que ropas

               de astronauta; ahora Faraday las había elevado a la

               categoría de uniformes. El capitán se puso firmes,


               como si creyera que Sean iba a cuadrarse y saludar‐

               le. Mientras tanto, la osa y Tania la loca, cubierta de

               barro, continuaban con su Ballet Russe.


                      —¿Dónde están Muthoni y Laroche?

                      —Muthoni viene hacia acá. En cuanto a Deni‐


               se..., este..., continúa estudiando el sistema ecológi‐

               co. Y, ya puestos, ¿dónde está Paavo?

                      —¿Kekkonen?  ¡Bah!  Es  un  pervertido  sexual.


               Le  encontrarás  festejando  y  copulando  por  todas

               panes y con cualquiera. —Un estremecimiento re‐


               corrió el cuerpo de Faraday, que volvió a ponerse

               rígido,  y  agregó  enmendando  sus  propias  pala‐

               bras—:  El  señor  Kekkonen  ha  salido  en  comisión


               de servicio. No debe de estar lejos de aquí.

                      Sean subió por la rampa, mientras Tania imita‐

               ba el silbato de ordenanza, y cuando llegó junto al


               capitán le abofeteó bruscamente.

                      —¡Austin! ¡Vuelve en ti!

                      Los  ojos  de  Faraday  se  llenaron  de  lágrimas.


               Luego  se  abandonó  inesperadamente,  y  lloró  en

               abundancia, recostado sobre el hombro de Sean.

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