Page 198 - Sumerki - Dmitry Glukhovsky
P. 198
D Dm mi it tr ry y G Gl lu uk kh ho ov vs sk ky y S Su um me er rk ki i ( (C Cr re ep pú ús sc cu ul lo o) )
esquemáticos, y las fotografías en blanco y negro, y de
mala calidad. La visión de una verdadera pirámide
escalonada con la puerta cuadrada en medio y la piedra
de los sacrificios sobre el penúltimo zócalo, aquí y
ahora, en mi propia ciudad, era incomprensible y
aterradora. Las rodillas me flaquearon y caí de hinojos
sobre la nieve, incapaz de apartar la vista del edificio.
No era grande, no se podía comparar con la
Pirámide del Adivino en Uxmal, pero la similitud entre
las líneas de ambas era evidente. Las mismas
proporciones, las mismas formas, la misma belleza
severa, ascética, y al mismo tiempo solemne y extraña...
sencilla, pero en absoluto primitiva.
Esa pirámide no era ninguna ilusión, y, a diferencia
del programa de radio acerca del «mundo de los
mayas», no parecía que fuese a desaparecer. Yo me
pellizcaba el brazo en vano, volvía la cabeza y la volvía
de nuevo, con esperanza y al mismo tiempo con miedo
de que la pirámide desapareciese en cuanto apartara los
ojos de ella. Con todo, la pirámide seguía en el mismo
lugar, parecía enloquecedoramente real, como si
hubiera pasado allí todos esos siglos sin que nadie se
hubiera fijado en ella. Al fin y al cabo, ¿qué tenía de
especial un templo maya en el centro de Moscú?
Ah, había enloquecido. Pero se podía sacar algún
Página 198

