Page 47 - Sumerki - Dmitry Glukhovsky
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Que alcanzamos de nuevo el río, cuyo nombre he
olvidado aunque los guías me lo dijeran, y que sin esfuerzo
alguno cruzamos por un trecho apenas profundo. Que el
indio Juan Nachi Cocom nos advirtió que el río se llenaría de
agua en plena estación de las lluvias y que atravesarlo de
vuelta sería entonces empresa harto difícil; y que igualmente
nos costaría pasar por los cenagales que se encontraban más
allá y que por ello no podíamos perder ningún tiempo; que, al
no llevar ya los carros con nosotros, teníamos que sacar
partido de ello y caminar con mayor presteza.
Que junto con los carros habíamos perdido las
provisiones para el viaje y los guías tenían que cazar también
para dar de comer a los soldados. Que de ordinario
capturaban pajarillos y que plantaban trampas con ese fin
mientras la partida reposaba; que de vez en cuando también
lograron abatir algún ciervo con sus flechas y venablos.
Que deambulamos durante dos o tres días por tierra
abierta, y que entonces, por primera vez en una semana,
hallamos seres humanos. Que éstos nos recibieron con
desconfianza, aun cuando hablaran el mismo dialecto que
nuestro guía y pudiéramos entendernos con ellos. Que ordené
a mis gentes que mantuvieran el dominio sobre sí mismos y
no echaran mano de sus mujeres ni de sus propiedades, pero,
con todo, los indios no nos autorizaron a entrar en su aldea.
Que por mediación de nuestros guías logramos ofrecer en
trueque algunas de las cosas que llevábamos a cambio de
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