Page 101 - STARMAN'S QUEST - Silverberg Robert
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—Aquí  sólo  están  bien  los  favorecidos  de  la

              Fortuna, ¿verdad, Hawkes?  — preguntó Macintosh

              con segunda intención.


                   Sonrióse maliciosamente Hawkes y respondió:

                   —Algunos de nosotros no lo pasamos del todo

              mal.  Hay  que  ingeniárselas,  claro  está,  para  ir  ti‐


              rando; si no, te comes los codos de hambre. ¡Vamos,

              muchacho! Subiremos unos cuantos pisos más, a los


              archivos  del  televector.  Gracias  por  su  atención,

              Macintosh. Es usted un buen amigo.

                   —No  hay  que  agradecer  nada.  Me  limito  a


              cumplir  con  mi  deber.  ¿Nos  veremos  esta  noche,

              como de costumbre?


                   —Lo  dudo.  Estaré  fuera  esta  noche.  Ciertos

              asuntillos…

                   —Quedará  el  campo  libre  para  los  aficionados,


              ¿no? Tal vez vaya yo.

                   —Usted  sabrá  lo  que  le  conviene  —replicó

              Hawkes fríamente—. ¡Vámonos, muchacho!


                   Tomaron  el  ascensor  y  lo  pararon  en  el  último

              piso.  Penetraron  en  la  sala  más  grande  que  había

              visto  Alan,  más  grande  que  las  de  los  pisos  que


              habían  visitado  ya,  pues  medía  treinta  metros  de

              altura por ciento veinte de anchura.


                   Toda ella estaba llena de máquinas de calcular y

              computadoras.



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