Page 414 - Una orbita cerrada y compartida - Becky Chambers
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que dar la vuelta, salir echando leches de allí y volver
a casa.
Subió la escalera de mano. Habría querido descender
por ella.
La puerta de arriba no tenía pestillo ni picaporte. En
cambio había una especie de escáner, y no tenía ni
idea de qué pasaría si lo tocaba. ¿Estaba programado
para reconocer unas huellas dactilares o unas
biolecturas concretas? ¿Saltaría la alarma si la
persona incorrecta ponía la mano encima? ¿Se…?
Tenía más preguntas, pero todas se esfumaron en el
instante en que se abrió la puerta y salió un hombre.
Jane casi le dispara. Para eso sirven las armas, y tenía
una siseando en la mano. Pero no se enfrentaba a un
perro. Era un hombre… Un hombre, como en los
simuladores. Un joven, supuso, quizá un poco más
joven que ella. Un hombre que parecía a punto de
cagarse encima. La miró fijamente. Ella le devolvió la
mirada. Él miró el arma, confuso y aterrorizado. Era
una persona… ¡Una persona! Como ella, hecha de
aliento y sangre y huesos. Jane levantó más el arma.
—¿Hay alarmas? —preguntó. Había pasado mucho
desde la última vez que había hablado sko‐ensk, y
habría paladeado con extrañeza las palabras de no
ser porque ya tenía la boca seca y temblorosa.
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