Page 167 - El Increible Hombre Menguante - Richard Matheson
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joven  que  le  había  detenido.  Su  voz,  que  fingía


            amistad, era insolente.


                   —Me voy a casa —contestó.


                   El muchacho parecía tener quince años, quizá


            dieciséis. Llevaba una gorra de béisbol. Clavó los


            dedos en el brazo de Scott. Scott no tuvo que ver su


            cara; era capaz de imaginársela… delgada, vulgar,



            la barbilla y la frente llenas de granos, y el cigarrillo


            colgando  de  la  comisura  de  una  boca  tosca  y  de


            labios muy finos.


                   —El chico dice que se va a su casa —dijo otro.


                   —¿Es eso lo que dice el chico? —inquirió otro.


                   —Sí  —repuso  el  tercero—.  ¿No  es  un  gran


            adelanto?


                   Scott  trató  de  escurrirse  entre  ellos,  pero  el


            muchacho de la gorra le obligó a entrar de nuevo en



            el círculo que le rodeaba.


                   —Muchacho,  no  deberías  haberlo  hecho  —


            dijo—. No nos gustan los muchachos que hacen eso,


            ¿verdad, compañeros?


                   —No,  no.  Es  un  muchacho  impertinente  y  a


            nosotros no nos gustan los impertinentes.


                   —Suéltame —dijo Scott, asombrándose al oír el



            temblor de su voz.


                   El  muchacho  le  soltó  el  brazo,  pero  él  siguió


            acorralado.


                   —Quiero que conozcas a mis amigos —dijo el






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