Page 162 - El Increible Hombre Menguante - Richard Matheson
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—No he dicho eso. Sólo he dicho que…


                   —Ya sé lo que has dicho.


                   —Bueno, si te he ofendido, lo siento. Cincuenta


            dólares  a  la  semana  no  nos  bastan.  ¿Qué  pasará


            cuando  llegue  el  invierno?  ¿Qué  haremos  para


            comprar la ropa y el combustible?


                   El meneó la cabeza como si tratara de alejar la



            necesidad de pensar en ello.


                   —¿Crees que Marty querría…? ―comenzó ella.


                   —No  puedo  pedirle  más  dinero  a  Marty  —


            repuso él, escuetamente.


                   —Bueno…


                   No dijo nada más. No fue necesario.


                   Y si ella lo olvidó y se desnudó sin encender la


            luz,  creyendo  quizá  que  él  estaba  dormido,  Scott


            permaneció tendido en la cama, mirando su cuerpo



            desnudo,  oyendo  el  crujido  de  su  camisón  al


            deslizarse sobre su pecho, su estómago, sus caderas


            y piernas. No se había dado cuenta hasta entonces,


            pero era el sonido más enloquecedor que existía en


            el  mundo.  Y  siguió  mirándola,  como  un  hombre


            muriendo  de  sed  que  contemplara  unas  aguas


            inalcanzables.



                   Después, durante la última semana de julio, el


            cheque de Marty no llegó.


                   Al  principio  creyeron  que  se  trataba  de  un


            descuido.  Pero  transcurrieron  dos  días  más,  y  el






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