Page 169 - El Increible Hombre Menguante - Richard Matheson
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oyó decir.
—Ooooooh —dijo el muchacho de la gorra—.
Su madre le espera. Dios mío, ¿no es una verdadera
pena? ¿No es una pena, amigos?
—Tengo ganas de llorar —dijo uno de los
otros—. Bua‐aaa, bua‐aaa. Estoy llorando. —Una
desagradable risita se escapó de su garganta. El
tercer muchacho se rio disimuladamente y dio un
puñetazo a su amigo en el brazo.
—¿Vives por aquí cerca, chico? —preguntó el
muchacho de la gorra. Lanzó una bocanada de
humo al rostro de Scott, que tuvo un acceso de tos—
. Eh, el muchacho se está muriendo —dijo el joven,
con burlona preocupación—. Se está asfixiando.
¿No es una pena, amigos?
Scott trató de escabullirse, pero fue devuelto al
círculo, esta vez más violentamente.
—No vuelvas a hacerlo —le advirtió el joven de
la gorra. Su voz era amistosa y afable—. No nos
gustaría hacer daño a un niño, ¿verdad, amigos?
—No, no nos gustaría nada —dijo otro.
—¡Eh!, veamos si lleva pasta encima —dijo el
tercero.
Scott se sintió invadido por una extraña mezcla
de furia adulta y miedo infantil. Era mucho peor
que la otra vez, cuando se encontró con el hombre.
Ahora era mucho más pequeño, y mucho más débil.
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