Page 197 - El Increible Hombre Menguante - Richard Matheson
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se llevó el agua a los labios con manos temblorosas.
Tenía un sabor rancio y le dolía la garganta al
tragar, pero nunca había bebido tan ávidamente ni
el mejor de todos los vinos.
«¡Gracias a Dios!», pensaba. «¡Gracias a Dios!
Ahora tengo toda el agua que necesito. ¡Toda la que
necesito!». Lanzó un gruñido, casi de diversión, al
pensar en todas las veces que se había descolgado
por el hilo hasta el depósito de agua. ¡Qué estúpido
había sido! Bueno, ya no tenía importancia. Todo
estaba solucionado.
Hasta que empezó a deshacer lo andado a lo
largo del túnel no se dio cuenta de que, en el mejor
de los casos, sólo había sido un triunfo parcial. ¿En
qué sentido mejoraba la situación? ¿Acaso la
cambiaba tanto? Su minúscula existencia estaría
preservada durante un poco más de tiempo, eso era
cierto. Contemplaría el final con la conciencia
intacta; pero el final llegaría de todos modos.
¿Acaso era eso un triunfo?
¿Vería realmente el final?
Al salir nuevamente al sótano, se dio cuenta de
lo débil que la enfermedad le había dejado. Aún
peor, lo débil que el hambre le había dejado. La
enfermedad podía mitigarla con descanso y sueño,
pero para el hambre sólo había una solución.
Su mirada se dirigió hacia el enorme precipicio.
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