Page 192 - El Increible Hombre Menguante - Richard Matheson
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Se  preguntó  qué  ocurriría  si  fallecía  entonces.


            ¿Seguiría  menguando  su  cuerpo?  ¿Cesaría  el


            proceso? Lo más probable era que cesara una vez


            muerto.


                   Al otro extremo del sótano, la estufa reanudó su


            gruñido,  haciendo  temblar  el  suelo  con  sus


            ensordecedoras  vibraciones.  Con  un  gemido,  se



            apretó los oídos con las manos y empezó a temblar,


            sintiéndose  como  si  estuviera  enterrado  en  un


            féretro  mientras  un  terremoto  sacudía  el


            cementerio.


                   —Dejadme  solo  —murmuró  con  un  hilo  de


            voz—.  Dejadme  solo  —suspiró  profundamente  y


            cerró los ojos.


                   Con una sacudida, se despertó.


                   La estufa seguía rugiendo. ¿Era el mismo rugido



            que  cuando  cerró  los  ojos?  ¿Habían  pasado


            segundos u horas?


                   Se         incorporó                 lentamente,                  mareado                 y


            tembloroso.  Alzó  una  mano  y  se  tocó  la  frente.


            Seguía  caliente.  Se  pasó  la  mano  por  la  cara,


            gimiendo  profundamente.  «Oh,  Dios  mío,  estoy


            enfermo».



                   Avanzó  débilmente  hasta  el  extremo  de  la


            esponja y se deslizó por encima del borde. Estaba


            tan débil que sus manos se negaron a sostenerle y


            aterrizó  de  pie,  después  de  lo  cual  se  sentó






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