Page 24 - El Increible Hombre Menguante - Richard Matheson
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cemento, formando un dibujo de luz y oscuridad


            por el que él andaba. Al poco rato el sótano estaría


            negro como la boca de un lobo.


                   Había reflexionado durante muchas horas en la


            posibilidad de alcanzar de algún modo la anilla que


            colgaba  sobre  el  suelo  y  tironearla  para  que  la


            bombilla llena de polvo se encendiera, llevándose



            el terror de la oscuridad. Pero no había forma de


            llegar a la anilla. Para él estaba a treinta metros por


            encima  de  su  cabeza,  y  resultaba  completamente


            inalcanzable.


                   Scott Carey dio la vuelta a la opaca enormidad


            blanca  de  la nevera.  La  guardaron allí cuando  se


            trasladaron  a  la  casa.  ¿Hacía  sólo  unos  meses?


            Parecía  un  siglo.  Era  un  modelo  de  nevera


            anticuado, uno que tenía el serpentín encerrado en



            un recinto cilindrico en la parte superior. Al lado de


            este  cilindro  se  veía  una  caja  de  galletas  abierta.


            Que él supiera, era la única comida que quedaba en


            todo el sótano.


                   Se acordó de que la caja de galletas estaba en la


            nevera incluso antes de que quedase atrapado allí


            abajo.  Las  había  dejado  él  mismo  hacía  mucho



            tiempo. No, no tanto tiempo. Pero, de algún modo,


            los días parecían más largos. Era como si las horas


            estuviesen  concebidas  para  gente  normal.  Para


            cualquiera de menor tamaño, las horas se hallaban






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