Page 27 - El Increible Hombre Menguante - Richard Matheson
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elevado borde del precipicio y su rostro se contrajo,
pues le pareció que la araña se descolgaba por él.
Había empezado a correr antes de darse cuenta de
que sólo era una sombra. Volvió a andar con pasos
vivos y espasmódicos. ¿Adaptarse?, pensó. ¿Quién
iba a adaptarse a aquello?
Cuando estuvo nuevamente debajo del
calentador, cubrió su cama con la parte superior de
una caja y se tendió para descansar bajo su amparo.
Seguía temblando. Aspiraba el olor seco y acre
del cartón junto a su rostro, y le parecía que estaba
siendo estrangulado. Era otra de las ilusiones que
sufría durante la noche.
Se esforzó por conciliar el sueño. Ya se
preocuparía de las galletas al día siguiente, cuando
hubiese luz. O quizá no se preocupara en absoluto.
Quizá permaneciera allí inmóvil, y dejara que el
hambre y la sed terminaran lo que él no podía
terminar, a pesar de todos sus desalientos.
¡Tonterías!, pensó furiosamente. Si no lo había
hecho antes, era poco probable que lo hiciera ahora.
1 metro, 62 centímetros. Louise guió el Ford
azul alrededor del amplio arco que conducía de
Queens Boulevard a la avenida de Cross Island. No
se oía otra cosa que el ronco zumbido del motor. La
conversación había cesado cuatrocientos metros
después de salir del túnel Midtown. Scott se había
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