Page 25 - El Increible Hombre Menguante - Richard Matheson
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proporcionalmente aumentadas.
Era una ilusión, naturalmente, pero en su
pequeñez estaba lleno de múltiples ilusiones: la
ilusión de que no menguaba, sino que el mundo
aumentaba; la ilusión de que los objetos eran lo que
parecían sólo cuando la persona que los
consideraba era de tamaño normal.
Para él —no podía evitarlo—, la estufa había
perdido virtualmente su función de aparato
calorífico. Era, casi en realidad, una gigantesca torre
en cuyas entrañas rugía una llama mágica. Y la
manguera era, casi en realidad, una víbora inmóvil,
que dormía enrollada en gigantescas espirales
rojas. Los tres cuartos de pared junto a la estufa eran
un precipicio, y la arena un terrible desierto por
cuyas dunas se arrastraba no una araña del tamaño
de la uña del pulgar de un hombre, sino un horrible
monstruo casi tan alto como él.
La realidad era relativa. Cada día que pasaba
estaba más convencido de ello. Al cabo de seis días
la realidad se borraría para él, pero no por la
muerte, sino por un acto de desaparición
tremendamente sencillo. Porque, ¿qué realidad
podía haber a cero centímetros?
Sin embargo, siguió adelante. Ahora estaba
escudriñando la empinada cara de la nevera,
preguntándose cómo podría llegar allá arriba y
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