Page 279 - El Increible Hombre Menguante - Richard Matheson
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—De acuerdo, Scott —dijo ella entonces—. Sería


            inútil y… y cruel por mi parte tratar de impedírtelo.


            Tienes razón. Yo no puedo hacer nada.


                   Respiró con dificultad.


                   —Volveré  por  la  mañana  —logró  articular,


            echando a correr hacia el coche.


                   Él permaneció en medio de la explanada barrida



            por el viento hasta que las rojas luces traseras del


            automóvil  desaparecieron  de  su  vista.  Entonces


            atravesó la calle corriendo, con la sensación de ser


            un miserable. No debería haberlo hecho. Ahora ya


            no era lo mismo.


                   Pero cuando volvió a ver el remolque y la luz en


            la ventana, y los pequeños escalones que conducían


            a ella, todo regresó. Era como entrar en otro mundo,


            y dejar tras sí todas las penas.



                   —Clarice —susurró.


                   Y echó a correr hacia ella.










































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