Page 370 - El Increible Hombre Menguante - Richard Matheson
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mente todavía embotada por el sueño. Después se


            acordó de todo, y su corazón pareció dejar de latir.


                   Con  un  gruñido  de  asombro,  se  incorporó


            bruscamente  y  miró  a  su  alrededor  con


            incredulidad,                    mientras                una           sola          palabra


            repiqueteaba en su cerebro: ¿Dónde estoy?


                   Alzó los ojos hacia el cielo, pero no había cielo:



            sólo  una  gran  extensión  azul,  como  si  el  cielo  se


            hubiera roto, extendido, comprimido y llenado de


            gigantescos  agujeros,  a  través  de  los  cuales


            penetraba la luz.


                   Su  mirada  incrédula  y  asombrada  abarcó


            lentamente lo que le rodeaba. Parecía encontrarse


            en  una  vasta  e  interminable  caverna.  La  caverna


            finalizaba a pocos metros de él y allí empezaba la


            luz. Se levantó apresuradamente y descubrió que



            estaba desnudo. ¿Dónde se hallaba la esponja?


                   Volvió a levantar los ojos hacia la gran cúpula


            azul. Se extendía en la lejanía durante centenares de


            metros. Era el trozo de esponja que le había servido


            de abrigo.


                   Se  sentó  pesadamente  y  se  examinó  con


            detenimiento. Era el mismo. Se tocó. Sí, el mismo.



            Pero ¿cuánto había menguado durante la noche?


                   Recordó que la noche anterior estaba acostado


            sobre un lecho de hojas, y bajó la mirada. Se hallaba


            sentado  en  una  vasta  llanura  de  manchones






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