Page 368 - El Increible Hombre Menguante - Richard Matheson
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hallaba tranquilamente acostado, contemplando las
estrellas.
¡Qué hermosas eran! Parecían diamantes
blancoazulados, diseminados por un cielo de negro
satén. No había luna que lo iluminase. La oscuridad
era completa, y sólo el brillo de las estrellas rompía
la negrura del firmamento.
Y lo más bonito de ellas era que seguían
exactamente igual. Las veía como todos los demás
hombres, y eso le produjo una intensa satisfacción.
Podía ser muy pequeño, pero la misma Tierra era
pequeña en comparación con aquello. Era extraño
que, después de todos los momentos de terror que
había experimentado al pensar en el término de su
existencia, aquella noche —su última noche— no
sintiera ningún temor. Sólo unas horas le separaban
del final de sus días. Lo sabía y, sin embargo, se
alegraba de estar vivo.
Aquélla fue la mejor parte de ese momento.
Aquélla fue la gruesa manta que le calentó los pies.
Saber que el final estaba cerca y no tener miedo.
Aquello era valor, el verdadero valor, porque a su
alrededor no había nadie para admirarle o elogiarle
por ello. Lo que sintió, lo sintió sin esperar
alabanzas de ninguna clase.
Antes… había sido muy diferente. Lo
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