Page 365 - El Increible Hombre Menguante - Richard Matheson
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los límites.


                   Esto, por ejemplo: aquel poste, dejado justo en


            aquel lugar por su propio hermano. ¿Era eso una


            mera coincidencia? Y la muerte de la araña, el día


            anterior, que le proporcionó la clave para escapar.


            ¿Era  eso  una  mera  coincidencia?  Y  lo  más


            importante, los dos sucesos combinados justamente



            de esta forma para facilitar su huida. ¿Podía ser una


            mera coincidencia?


                   Resultaba difícil de creer. No obstante, ¿cómo


            iba a dudar del proceso que se estaba produciendo


            en  su  cuerpo,  y  que  le  decía  claramente  que


            disponía sólo de aquel día y nada más? Incluso la


            precisión con que menguaba tenía que indicar algo.


            Pero ¿qué indicaba… aparte de la desesperanza?


                   Sin embargo, siguió experimentando la misma



            sensación de alegría a medida que ascendía por el


            ancho poste. Ésta sensación fue en aumento cuando


            dejó atrás la primera silla; cuando pasó la segunda;


            cuando se detuvo y se sentó a contemplar la vasta


            llanura gris del suelo; cuando, una hora después,


            llegó  a  la  cumbre  del  precipicio  y  se  desplomó,


            exhausto,  sobre  la  arena.  Y  siguió  en  aumento



            mientras  permaneció  allí  descansando,  con  los


            dedos hundidos en la arena. «Levántate», se repitió


            una y otra vez. «Vete. Pronto oscurecerá. Sal antes


            de que oscurezca».






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