Page 1033 - La Patrulla Del Tiempo - Poul Anderson
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lo que había visto llegar. Los oficiales de Pizarro habían
desenvuelto con rapidez los paquetes, para asegurarse
del contenido, y lo habían dejado todo donde había
traído. Mañana pesarían la masa y la colocarían con el
resto. Cuerdas y material de envolver rozaban las botas
de Castelar y las sandalias de Tanaquil.
El fraile colocó la linterna sobre el suelo de barro y se
sentó. Cogió una copa dorada, la acercó a la débil luz,
agitó la cabeza y murmuró. El objeto estaba abollado, las
figuras deformadas.
—Los receptores la dejaron caer o le dieron una
patada. —¿Había rabia en su tono?—. No tienen más
respeto por la artesanía que los animales.
Castelar cogió el objeto y lo sopesó. Un cuarto de libra
fácil, supuso.
—¿Por qué deberían tenerlo? —preguntó—. Pronto
estará fundido.
Con amargura:
—Cierto. —Después de un rato—: Enviarán algunas
piezas intactas al emperador, por el interés que pueda
sentir. He estado eligiendo las mejores, con la esperanza
de que Pizarro me escuche y las elija. Pero, en general, no
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