Page 1057 - La Patrulla Del Tiempo - Poul Anderson
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11 de mayo de 2937 a.C.
Machu Picchu había desaparecido. El viento lo
rodeaba. A cientos de metros por debajo había un valle
fluvial, lleno de hierba y árboles. En la distancia relucía el
océano.
El cronociclo cayó. El aire aullaba. Las manos de
Tamberly buscaron el impulsor gravitatorio. El motor
despertó. La caída se detuvo. Condujo el vehículo en un
aterrizaje suave y silencioso.
Empezó a estremecerse. Frente a sus ojos sólo tenía
tinieblas.
La reacción pasó. Fue consciente de la presencia de
Castelar, de pie a su lado, y de la punta de la espada del
español a un centímetro de su garganta.
—Baja de esa cosa —dijo Castelar—. Muévete con
cuidado, con los brazos en alto. No eres un hombre santo.
Creo que eres un mago que debería arder en la hoguera.
Lo descubriremos.
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