Page 616 - La Patrulla Del Tiempo - Poul Anderson
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mundo.
En una ocasión los hunos rompieron una línea
enemiga. Rugieron de alegría mientras dirigían las
monturas para atacar desde atrás. Pero como venida de
ninguna parte, una nueva tropa goda cayó sobre ellos, y
fueron ellos los atrapados. Pocos escaparon.
Normalmente, los capitanes hunos que veían fallar una
carga hacían sonar inmediatamente la retirada. Los
jinetes estaban bien entrenados; se situaban lejos del
alcance de los arcos, y durante un rato la multitud tomaba
aliento, apaciguaba la sed, cuidaba de los heridos, y se
miraba a lo ancho del campo de batalla.
El sol se hundió en el oeste, de color rojo sangre sobre
el cielo verdoso. Su luz se reflejaba en el río y en las alas
de los carroñeros que daban vueltas en lo alto. Las
sombras sobre la hierba argentina eran largas, trepaban
por los valles convirtiendo los árboles en montones
negros y sin forma. Una ligera brisa fría recorría la tierra
manchada de sangre, agitando el pelo de los cadáveres
entre el trigo, silbando como si desease llamarlos.
Resonaron los tambores. Los hunos formaron
escuadrones. Sonó una última trompeta y realizaron su
último asalto.
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