Page 651 - La Patrulla Del Tiempo - Poul Anderson
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todo lo que correspondía a un hombre, queridos allí
adonde iban. Eran muy diferentes, Hathawulf el más
colérico, Solbern el más pensativo, pero los unía el cariño.
Y en cuanto a su hermana Swanhild, todos los tervingos
—incluidos Erelieva y Alawin— la adoraban.
Durante ese tiempo, pasaban años entre visita y visita
del Errante, y eran breves. Eso hizo que la gente se
sintiese todavía más sobrecogida ante él. Cuando su
característica silueta aparecía sobre las colinas, los
hombres hacían sonar los cuernos y desde Heorot salían
galopando los jinetes para recibirlo y escoltarlo.
Permanecía más en silencio que antes. Era como si una
pena secreta hubiese depositado su peso sobre él, aunque
nadie se atrevía a preguntarle. Eso resultaba más evidente
cuando Swanhild pasaba a su lado con su belleza, o se
acercaba llena de orgullo y estremeciéndose si su madre
le había permitido servir el vino al invitado, o se sentaba
a su pies entre los otros jóvenes cuando contaba historias
y daba sabios consejos. En una ocasión él le dijo a su
padre:
—Es como su bisabuela.
El duro guerrero se estremeció un poco en su cota.
¿Cuánto tiempo llevaba muerta la mujer?
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