Page 665 - La Patrulla Del Tiempo - Poul Anderson
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—¿Quieres enfrentarte a mí, viejo mendigo? —gritó—

           .  Podemos  levantar  una  empalizada  ahora  mismo.


           ¡Encuéntrate  conmigo  allí,  de  hombre  a  hombre,  y

           romperé esa lanza tuya en dos y te expulsaré aullando!



                 El Errante no se movió; su arma se agito un poco.



                 —Weard  no  lo  permite  —prácticamente  susurró—.

           Pero te lo advierto con toda seriedad, por cada uno de los


           godos, haz la paz con estos hombres que has dañado.



                 —Haré  paz  si  ellos  lo  desean  —dijo  Ermanarico,

           sonriendo—.  Ya  has  oído  mi  oferta,  Tharasmund,  ¿la

           aceptas?



                 El tervingo cruzó los brazos, mientras Randwar rugía


           como  un  lobo,  el  Errante  permanecía  de  pie  como  un

           ídolo y Sibicho miraba desde el banco.



                 —No —dijo—. No puedo.



                 —Entonces vete, idos todos vosotros, antes de que os

           haga azotar.



                 Ante  eso,  Randwar  sacó  una  hoja.  Tharasmund  y


           Liuderis buscaron las suyas; por todas partes relució el

           hierro. El Errante dijo en voz alta:



                 —Nos iremos, pero sólo por la suerte de los godos.


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