Page 698 - La Patrulla Del Tiempo - Poul Anderson
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enemigo —digamos, por ejemplo, los hunos— entonces
tendrían un lugar al que ir. Al verano siguiente, debían
enviar hombres y bienes a Fritigerno, que los protegería;
y que conservasen barcos, carruajes, herramientas y
comida a la espera; y que muchos de ellos aprendiesen
sobre las tierras intermedias y cómo atravesarlas con
seguridad.
Los ostrogodos estaban sorprendidos y murmuraban
entre sí. Dudaban de un crecimiento rápido del comercio
con tales distancias, y por tanto no tenían demasiados
deseos de arriesgar trabajo y dinero. Y en cuanto a
abandonar sus hogares, eso era impensable. ¿Decía la
verdad el Errante? Y de todas formas, ¿quién era? En
ocasiones lo trataban como un dios, y parecía llevar allí
mucho tiempo; pero él mismo no se definía como tal.
Podía ser un trol, un hechicero, o —decían los cristianos—
un demonio enviado para tentar a los hombres. O
simplemente la edad podría estar volviéndolo tonto.
El Errante siguió con su plan. Algunos de los que lo
escucharon encontraron sus palabras dignas de mayor
consideración; y a algunos jóvenes los enardeció. Entre
estos últimos se encontraba Alawin de Heorot… aunque
Hathawulf se volvió pensativo y Solbern se apartó.
El Errante recorrió de un lado a otro la tierra,
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