Page 694 - La Patrulla Del Tiempo - Poul Anderson
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Ella había dado por hecho que él la bendeciría a ella y a

           su hombre. ¿No era él el Guardián de su familia?




                 Mientras tanto, Randwar envió hombres al este a sus

           posesiones.  Levantaron  una  nueva  casa  donde  había

           estado la de Embrica y la acondicionaron bien. La joven

           pareja viajó hasta allí en espléndida compañía. Swanhild


           atravesó el umbral con aquellas ramas de hoja perenne

           que traían la bendición de Frija; Randwar dio una fiesta

           para los vecinos, y allí se establecieron.



                 Pero  pronto,  a  pesar  de  lo  mucho  que  amaba  a  su


           esposa, partía a menudo durante días. Recorría el país de

           los greutungos para conocer a sus habitantes. Cuando un

           hombre le parecía del temperamento adecuado, Randwar

           se lo llevaba aparte y hablaban de otras cosas además del


           ganado, el comercio y los hunos.



                 En  un  día  oscuro  antes  del  solsticio,  cuando  unos

           pocos copos de nieve caían sobre la tierra congelada, los

           perros ladraron fuera del salón. Randwar cogió una lanza


           de  la  puerta  y  salió  a  ver  qué  sucedía.  Dos  fuertes

           granjeros lo siguieron, igualmente armados. Pero cuando

           reconoció  la  alta  silueta  que  caminaba  por  su  patio,

           Randwar clavó el arma y gritó:



                 —Hail! ¡Bienvenido!



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