Page 737 - La Patrulla Del Tiempo - Poul Anderson
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estrellas. Demasiado bien sabía que esa esperanza era una

           mentira.  Frente  a  los  ostrogodos  había  derrota,  rapiña,


           carnicería,  sometimiento.  Si  alguna  vez  volvían  a  ser

           libres, sería mucho después de que él hubiese vuelto a la

           tierra.



                 ¿Él —qué agradable sería eso— o sólo su carne? ¿Qué


           te esperaba más allá de la oscuridad?



                 Sacó el cuchillo. La luz de las estrellas y los rayos se

           reflejó en el metal. Durante un momento le tembló en la

           mano. El viento soplaba.



                 —¡Está hecho! —gritó. Se apartó la barba y colocó la


           punta bajo la mandíbula. Los ojos volvieron a levantarse,

           como por voluntad propia, hacia el Carro. Algo blanco

           brillaba  allí:  ¿un  fragmento  de  nube  o  Swanhild

           cabalgando  tras  el  Errante?  Ermanarico  hizo  acopio  de


           todo el coraje que le quedaba. Clavó el cuchillo y lo movió

           de un lado a otro.



                 La sangre manó de la garganta abierta. Se derrumbó

           y cayó sobre el terrado. Lo último que oyó fue el trueno.


           Sonaba como los cascos de los caballos que traían al oeste

           la medianoche de los hunos.









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