Page 757 - La Patrulla Del Tiempo - Poul Anderson
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entre negocios normales y librerías extraordinarias.
Cuando fue en un recorrido por el canal, el guía con
indiferencia señaló el barrio chino, Everard vio edificios
de siglos de antigüedad que dignificaban toda la parte
vieja de la ciudad. Le habían advertido contra los
carteristas, pero no necesitó tomar precauciones contra
los ladrones. Había respirado más contaminación en
Nueva York y esquivado más cagadas de perro en el
parque Gramercy que en cualquier distrito residencial de
Ámsterdam. Para almorzar encontró un pequeño y
agradable local donde preparaban un excelente plato de
anguila. El museo Stedelijke fue una decepción —en lo
referente a arte moderno se reconocía un filisteo— pero
se perdió en los Rijks, olvidándose de todo lo demás,
hasta la hora de cerrar.
Para entonces le quedaba poco tiempo para
encontrarse con Floris. La hora había sido sugerencia de
él en su conversación telefónica preliminar. Ella no se
había opuesto. Era una agente de campo, Especialista de
segunda clase, con un rango bastante alto, pero no se
atrevía a discutir con un No asignado. Tampoco era una
hora tan excéntrica, cuando podías saltar directamente
desde donde estuvieses. Probablemente ella se había
saltado todo el día después del desayuno.
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