Page 805 - La Patrulla Del Tiempo - Poul Anderson
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ofrecían protección contra el viento; estaban vivos y
limpios, como los bosques del hogar; el viento en las
copas hablaba con las voces de los dioses oscuros.
Everard reprimió un estremecimiento.
Burhmund vio cómo se alejaba su confederado.
—Me preguntó cuál es —dijo en su lengua nativa.
No pudo ser una idea consciente, sino simplemente
una corazonada, lo que lo llevó a dar la vuelta, cabalgar
tras el hombre de la toga y su guardián y hacer un gesto
a los guardaespaldas. Éstos corrieron a su encuentro.
Everard se aventuró a unirse a ellos.
Guthiaf, el mensajero, salió de entre las chozas,
cabalgando un pony descansado y llevando tres
monturas. Fue al trote hasta el río y subió a un
transbordador que esperaba. Se alejó.
Al aproximarse al legado, Everard le echó un buen
vistazo. Por su apariencia, belleza morena a pesar de lo
macilento, había nacido en Italia. Se había detenido al oír
la orden y esperaba su destino con antigua impasibilidad.
—Quiero ocuparme de esto inmediatamente, para
que nada salga mal —dijo Burhmund. Al galo, en latín—
: Vuelve a tu puesto. —A un par de sus guerreros—: Tú,
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