Page 876 - La Patrulla Del Tiempo - Poul Anderson
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aleteaban cuervos negros que se dirigían al nido y veloces
golondrinas, runas mutables garabateadas en un cielo
que se había vuelto púrpura hacia el este, verde frío al
oeste. Las primeras estrellas aparecieron temblando.
Sonaron los cuernos. Procedentes del salón, los
guerreros atravesaron el patio y llegaron a la tierra
apisonada del exterior. Las lanzas reflejaron la
moribunda luz del día. A su cabeza iba un hombre con
una túnica ricamente decorada y hélices doradas
cruzándole los brazos: el rey. Las voces se fueron
apagando en la sombría reunión hasta que, en silencio,
los hombres aguardaron. El corazón resonaba en el pecho
de Everard.
El rey habló en voz alta pero con gravedad. Everard
pensó que, pese a las apariencias, estaba conmovido. A
ellos, desde lejos, dijo, había llegado Edh, de cuyos
milagros todos habían oído hablar. Ella deseaba
profetizar para los téncteros. En su honor y en el de la
diosa que con ella viajaba, había ordenado a los
habitantes más cercanos que se lo comunicasen a otros y,
de esa forma, por toda la tierra. En aquellos tiempos
desgraciados había que sopesar con cuidado cualquier
señal enviada por los dioses. Les advirtió que las palabras
de Edh causarían daño. Había que soportarlas con
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