Page 873 - La Patrulla Del Tiempo - Poul Anderson
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desencadenando, sería una locura interferir.
Casi de noche llegaron a un claro, campos y pastos,
las tierras principales del rey. Era básicamente un
terrateniente, no exento de unirse a sus arrendatarios,
empleados y esclavos en el trabajo de la granja. Presidía
los consejos y los grandes sacrificios estacionales, tomaba
el mando en la guerra, pero la ley y la tradición lo ataban
como a cualquiera; su a menudo revoltoso pueblo lo
echaría o le negaría si le apeteciese, y cualquier miembro
de la casa real tenía tanto derecho al trono como la
cantidad de hombres que pudiese reunir para defenderlo.
No es de extrañar que estos germanos no puedan derrotar a
Roma —pensó Everard—. Y tampoco lo harán. Cuando sus
descendientes (godos, vándalos, burgundianos, lombardos,
sajones y el resto) tomen el control, será en segundo lugar,
porque el Imperio se habrá desmoronado desde dentro. Y
además, ya los habrá conquistado antes… espiritualmente,
convirtiéndolos al cristianismo, para que la nueva civilización
occidental nazca sobre la clásica, en la costa del Mediterráneo,
no por el Rin o el gris mar del Norte.
Era una pensamiento pasajero en el fondo de su
mente, que repetía lo que ya sabía y desaparecía tan
pronto como enfocaba la vista en lo que tenía enfrente.
El rey y los suyos vivían en una construcción alargada
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