Page 918 - La Patrulla Del Tiempo - Poul Anderson
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de vuelta, sacrificó el mejor en la arboleda de Niaerdh. El

           resto los vendió en Kaupavik. Hlavagast realizó aquella


           expedición  guerrera  como  excepción,  porque  era  un

           hombre pacífico y reflexivo.



                 Quizá  por  sus  comienzos,  quizá  porque  sólo  tenía

           hermanos, Edh creció como una niña callada y retraída.


           Tenía amigos en el asentamiento, pero ninguno íntimo, y

           cuando  jugaban  juntos  ella  siempre  se  mantenía

           apartada. Aprendía sus tareas con rapidez y las ejecutaba

           con fidelidad, pero era mejor en las que podía realizar


           sola, como tejer. Rara vez hablaba o reía.



                 Pero cuando se expresaba con libertad, las chicas la

           escuchaban. Al cabo de un tiempo, los chicos también lo

           hicieron,  y  a  veces  los  adultos:  porque  sabía  inventar


           historias. Esas historias se hicieron más maravillosas con

           el  paso  de  los  años,  y  empezó  a  añadirles  versos,  casi

           como  un  skald.  Trataban  sobre  hombres  lejanos,

           encantadoras  doncellas,  hechiceros,  brujas,  animales


           parlantes,  gente  del  mar,  tierras  más  allá  del  océano

           donde cualquier cosa podía suceder. A menudo Niaerdh

           iba a ellos, como consejera y para rescatarlos. Al principio


           Hlavagast temió que la diosa pudiese tomárselo a mal;

           pero  no  pasó  nada  malo,  así  que  no  se  lo  prohibió.

           Después de todo, su hija tenía cierto lazo con ella.



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