Page 922 - La Patrulla Del Tiempo - Poul Anderson
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lloraba su muerte en invierno y le devolvía la vida en
primavera. Muy pequeña entre esas cosas, suya era la
niña que había conservado en este mundo.
Así se acercó Edh a la vida adulta, una niña alta,
tímida y ligeramente torpe con el don de la palabra
cuando decidía hablar de cosas diferentes a la vida
ordinaria. Pensaba mucho en ellas, y pasaba mucho
tiempo soñando despierta, y cuando estaba sola podía
echarse a llorar sin saber exactamente por qué. Nadie la
rechazaba pero tampoco nadie la buscaba, porque había
dejado de compartir las historias que inventaba y bahía
algo ligeramente extraño en la hija de Hlavagast. Eso fue
aún más cierto cuando tras morir su madre él tomó una
nueva esposa. Las dos no se llevaban bien. La gente
murmuraba que Edh se sentaba a menudo junto a la
tumba de Godhabíld.
Entonces, un día, un joven de la aldea la vio pasar a
su lado. El viento soplaba fuerte y su pelo suelto se
agitaba lleno de luz de sol. Él, que nunca había temido a
nada, sintió que se le helaba la garganta y el corazón se le
agitaba en el pecho. Pasó mucho tiempo antes de que
pudiese dirigirle la palabra. Ella bajó los ojos y el
muchacho apenas oyó su respuesta. Pero al cabo de cierto
tiempo aprendieron a sentirse más cómodos.
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