Page 13 - En los muros de Eryx - H.P. Lovecraft
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A partir de aquí debo tener cuidado al hacer el
informe, ya que lo que voy a decir se refiere a
cosas que carecen de precedente — aunque por
fortuna se pueden comprobar—. Corría yo con
creciente ansiedad, y había llegado a un centenar
de yardas más o menos del cristal — cuya
situación, en una especie de pequeña
prominencia del omnipresente limo, parecía muy
extraña—, cuando una fuerza irresistible y
repentina me golpeó en el pecho y en los nudillos
de mis puños apretados, y me derribó de
espaldas en el barro. La salpicadura que provocó
mi caída fue tremenda, y ni la blandura del suelo,
ni la presencia de enredaderas y yerbas
mucilaginosas, impidieron que me golpeara la
cabeza, produciéndome un atontamiento. Me
quedé tendido boca arriba un momento,
demasiado perplejo para pensar. Luego,
maquinalmente, me puse en pie tambaleándome,
y empecé a arrancarme las costras de barro y de
limo adheridas a mi traje de cuero.
No tenía la más ligera idea de con qué había
chocado. No había visto nada que pudiese haber
provocado el golpe, ni lo veía ahora tampoco.
¿Había resbalado en el barro, en definitiva? El
dolor de los nudillos y del pecho me impedían
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