Page 9 - En los muros de Eryx - H.P. Lovecraft
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con las manos. Sin embargo, conservé la mente


               lúcida,  y  muy  pocos  minutos  después  me  di


               cuenta de lo que había sucedido.








               Al  fin  había  dado  con  una  de  esas


               curiosas  plantas‐espejismo,  de  las  que  tantos  de


               nuestros  hombres  cuentan  historias.  Anderson


               me  ha  prevenido  sobre  ellas,  y  me  ha  descrito


               muy  fielmente  su  aspecto:  tallo  velludo,  hojas


               espinosas y flores jaspeadas, cuyas emanaciones,


               generadoras de ensueños, penetran por cualquier



               clase de material de que esté hecha una máscara.







               Al recordar lo que le ocurrió a Bailey hace tres


               años, un pánico momentáneo se apoderé de mí, y


               empecé a correr y a vacilar en el mundo caótico y


               demencial  que  las  exhalaciones  de  la  planta



               habían  tejido  a  mi  alrededor.  Luego  volvió  la


               sensatez y comprendí que todo lo que necesitaba


               era        alejarme              de         esas         flores           peligrosas,


               distanciarme de la fuente de esas pulsaciones, y


               abrirme paso como fuese —sin tener en cuenta lo


               que girara a mi alrededor—, hasta salir de la zona


               de influencia de la planta.













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