Page 117 - Limbo - Bernard Wolfe
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catorce restantes que quedaban atrás, presas del



            pánico?  Del  mismo  modo  que,  entre  los  X‐


            bantúes‐árabes‐malayos, la Mandunga había sido


            creada a partir de un abrumador sentimiento de


            culpabilidad... ¿no sería la lobotomía también una


            maniobra de diversión?



                  Martine  se  estaba  haciendo  estas  preguntas


            cuando  estalló  la  Tercera  Guerra  Mundial.  La


            guerra completamente mecanizada, la guerra de


            las  máquinas  convertidas  en  apisonadoras,  la


            guerra de los EMSIACS. Se sintió casi feliz cuando


            fue movilizado y enviado a una unidad hospital


            volante: aquello quería decir que podía olvidar la


            lobotomía por un tiempo y entonces, después de



            dos años de guerra, aterrizó en la isla mandunji.


                  Al  principio  se  sintió  horrorizado  por  la


            Mandunga y no quiso tener nada que ver con ella.


            Pero vio que, una vez tras otra, debido a la forma



            primitiva  en  que  era  realizada  la  ceremonia,  el


            paciente  moría.  Los  ancianos,  por  supuesto,


            atribuían  esas  muertes  a  la  tenacidad  de  los


            demonios en la cabeza, pero Martine sabía que las


            cosas  eran  muy  distintas:  las  muertes  eran


            debidas a falta de asepsia, gangrena, coágulos de


            sangre,  hemorragias,  una  torpe  extirpación  de


            demasiada cantidad de masa cortical, y cosas así.



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