Page 120 - Limbo - Bernard Wolfe
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Era  fácil  seguir  a  los  saltantes  cuerpos,  pues



            mientras  se  alzaban  y  caían  los  tubos  en  sus


            miembros                    parpadeaban                      como               agitados


            semáforos;  el  claro  parecía  como  una  enorme


            centralita telefónica que se hubiera vuelto loca. Y


            había  más  iluminación  que  aquella.  Los  amps


            parecían  llevar  consigo  potentes  linternas...  no,


            Martine  se  dio  cuenta  entonces  de  que  el  dedo



            índice de cada brazo derecho de los amps era en


            sí mismo una linterna, puesto que de su punta se


            proyectaba un haz de luz.


                  —Vamos, muchachos —dijo Theo—. Esto no


            nos lleva a ninguna parte. Saltáis muy bien... es


            vuestra d‐y‐d la que está algo apolillada...



                  Gritos de protesta de los juguetones atletas:



                  —¡Sigamos al jefe! ¡Juguemos a seguir al jefe!


                  La última sugerencia pareció gustar a todo el


                  mundo.



                  —¡Gran idea! ¡Sigamos al jefe! ¡Vamos, Theo,


            tú eres el jefe! —Una docena de índices señalaron


            a Theo, su cabeza de prominente cráneo se vio


            bañada de luz.



                  —De acuerdo, hombres —dijo con buen


            humor—. De acuerdo. Esta no es la forma de


            pasar el tiempo para unos humanistas, pero


            supongo que os merecéis un poco de relajación.

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