Page 119 - Limbo - Bernard Wolfe
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—¡Miembros‐raros en el Círculo! —jadeó—.



            ¡En la cima de la montaña, en el claro... saltando


            por encima de los árboles, jugando en el aire!


                  —Iré a ver —dijo Martine—. Los demás,


                  quedaos aquí.



                  Hizo una seña a Rembó para que fuera con él.


            El muchacho se alzó de su asiento y siguió a su


            padre fuera de la sala de conferencias.





            Capítulo 6






                  Ocultos  en  un  grupo  de  rafias  sobre  una


            cornisa, observaron a los amps, unos diez o doce,


            saltando  abajo  en  el  claro.  Los  extranjeros,


            llevando  todos  camisetas  deportivas  de  manga


            corta con una gran «M» azul en su pecho, estaban


            jugando  a  una  forma  bunyanesca  de  la  pídola:



            cada  hombre  saltaba  a  partir  de  una  posición


            acuclillada, volaba por encima de la espalda del


            siguiente  hombre  sin  ningún  esfuerzo  como  un


            planeador, y volvía al suelo de nuevo al menos


            quince                metros                 más              allá,            gritando


            exuberantemente.



                  —Está bien, chicos —era la voz de Theo—. Ya


            basta de dar saltos. Pasemos a la destreza y al


            discernimiento.


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