Page 138 - Limbo - Bernard Wolfe
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fuerza particular encargada de ocuparse de tus
asuntos en tu lugar y velar por que todo vaya
suavemente a lo largo de tu privilegiada vida. El
destino, tomado en este sentido, no es más que
otra palabra para designar ese «Algo» que la
gente, presa del pánico ante la idea de asumir la
responsabilidad de sí misma, sueña entre
arrebatos de nostalgia en su bendita pasividad:
un SenoCuna autopropulsado que conduce al
tranquilo «Yo» por los engrasados raíles del
Kismet y del Karma hacia un bienaventurado Fin.
Sin embargo... ¿no fue una especie de
entrometido destino el que se metió en mis
asuntos conduciéndome hacia los mandunji?
Si mi fin no encaja con esto, consideremos
entonces mis principios. Aquí puedo acudir al
testimonio de mi madre. Como me contó muchas
veces, ya estaba embarazada de tres meses
cuando mi padre fue llamado de Salt Lake City
(donde era profesor de radiología en la Facultad
de Medicina de la Universidad) a Alamogordo.
En principio sólo tenía que quedarse allí durante
un mes aproximadamente, poniendo a punto
algunas de las pruebas médicas que debían
utilizarse a raíz de la explosión de la primera
bomba atómica experimental. Pero su estancia se
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