Page 630 - Limbo - Bernard Wolfe
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momentos de balbuceante consciencia. No podía



            comprender lo que querían decir con aquello del


            virus; en cierto modo, sin tener palabras para ello,


            tenía  la  sensación  de  que  aquella  debilitante


            enfermedad                      le          había               sido            causada


            deliberadamente  por  alguna  entidad  malévola.


            Sentía una indecible y lloriqueante sensación de


            ultraje.



                  Al  despertar  aquella  mañana,  después  de  la


            crisis, encontró a su madre, sentada ansiosamente


            a la cabecera de la cama, e inmediatamente, con la


            voz débil de un mártir, pidió pastel de chocolate.


            Su  madre  acarició  su  frente,  le  explicó  con  voz


            vacilante (ella también había sufrido, pensó ahora



            con sorpresa) que el médico no le permitía aún


            tomar nada sólido... pero que le traería algo de


            caldo para que se pusiera pronto fuerte y pudiera


            tomar  todo  el  pastel  de  chocolate  que  quisiera.


            Pero aquello no le servía, se negó a escuchar y a


            hacer  caso  de  sus  pacientes  explicaciones


            médicas.  Sólo  sabía  una  cosa:  ella  siempre  le



            negaba  cosas,  siempre  lo  había  hecho.  Ya  lo


            habían  maltratado  lo  suficiente,  inoculándole


            aquel «virus», lo menos que podían hacer ahora


            era  complacerle  y  darle  un  poco  de  pastel  de


            chocolate. En un acceso de indignación, se había



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